Los planes mas divertidos suelen surgir de un improvisto, de esa espontaneidad del momento, del compromiso que produce ese “heat of the moment”.
Ese es el caso de esta salida, espontánea y en la que cada quien asumió sin premeditación un rol de hacer algunas llamadas para coordinar cosas.
Como resultado, al día siguiente llegamos a un sitio bien conocido, cercano a la población que habitamos, acompañados de equipos, mucha hidratación y arroz paisa (un invento colombiano basado en el arroz chino); esta vez llegamos incluso con dos nuevos amigos médicos que acababamos de conocer (es normal que ocurra este tipo de cosas); iniciamos el protocolo previo de evaluación del sitio y de equipos para el montaje del ejercicio y quedó todo listo. La emoción del momento se sentía en el ambiente, los rostros con esa picardía que solo produce el momento previo a la adrenalina dejaban entrever el desestrés que representaba este día para todos.
Así las cosas, dimos por iniciado el ejercicio. Dos de mis amigos que están en un nivel bastante alto en temas de seguridad y manejo de equipo de alturas hicieron sus recomendaciones y compromisos para que todo fuera un éxito. Con cuerdas, cintas, cascos, guantes, protectores, arnés, mosquetones, descendedores y ochos en su lugar, uno de ellos bajó primero a través de este sistema (es tradición que quien lo arma baje primero). Un par de fotos después notamos que no avanzaba, faltandole tal vez 1 metro para tocar la superficie del suelo. Un tercer participante bajó por el camino hasta el lugar y notó que un enredo en la cuerda le dejó atascado justo antes de aterrizar en el agua. Por la robustez de los equipos y la forma y lugar en que quedó atrapado, concluimos rápidamente que no estaba en peligro, aún así ya teníamos listo el sistema para ir a recuperarlo si llegaba a ser necesario, pero paralelamente no tuvimos más remedio que echarnos a reir y trollearle un momento mientras le observabamos cambiar el sistema con el ascendedor para liberar la presión. Esto ocurre frente a la evidente cara de preocupación y pánico que los médicos no lograban disimular.
Vale la pena resaltar que aunque no debería pasar, situaciones como estas pueden ocurrir, por eso siempre es importante el entrenamiento y prever un plan por si ocurre y eso se hizo.
Avanzando en la historia, hubo tiempo para varias fotos porque el escenario estaba perfecto, con la cantidad de agua perfecta para practicar torrentismo y disfrutar al 100%. Tomé muchas fotografías similares, aunque tal vez esta es la que más me gusta por la forma en que quedó cortando el agua.
Por lo demás, el día transcurrió dentro de lo normal siendo una de las salidas más relajantes de tiempos recientes, queda claro en los rostros de satisfacción terminando el día.
jajajaja siete cascadas
Hola, hace mucho no voy a ese lugar
Muy bonita historia